Imagina el típico golpe en los testículos.
Bien pelotazos, rugby, fútbol, motos o bicicletas y otras muchas opciones.
De repente, tienes mucho dolor. Si se resuelve de forma espontánea, lo más probable es que sea una lesión de poca envergadura.
Pero si pasado un rato, sigues incómodo y el dolor no se resuelve. No orinas sangre pero no mejoras del dolor. Puedes tener el escroto morado e, incluso, nauseas o vómitos.
¿Qué haces?
Lo recomendable sería acudir a un centro sanitario y realizar un ecografía escrotal, si es posible. En la ecografía, como la de la imagen de arriba, podemos ver si existe sangre dentro del testículo (hematoma intratesticular) o sangre fuera del testículo (hematocele) e intentar objetivar si existe o no, ruptura de la túnica albugínea, que es la capa que envuelve los túbulos del testículo.
Si no se ha roto la albugínea ni la cantidad de sangre fuera del testículo es muy grande, podemos plantearte un tratamiento conservador, es decir, vigilancia y tratamiento médico.
Si sospechamos que se ha roto la albugínea, no nos queda claro en la ecografía si se ha roto o no, o la cantidad de sangre fuera del testículo es muy importante, te plantearemos y consensuaremos contigo la posibilidad de realizar una exploración quirúrgica, es decir, operarte.
Si, por otro lado, en la ecografía que realizamos vemos que se trata de un teste no viable (estallido, hematoma intratesticular global,…) podemos plantear al paciente la posibilidad de orquiectomía, es decir, extirpar el testículo mediante una intervención quirúrgica.
En el caso expuesto, realizamos una exploración quirúrgica porque la ecografía era dudosa de ruptura. Se vio que estaba todo bien y el paciente fue dado de alta al día siguiente.
Imagen 1: ecografía testicular con hematoma intratesticular en forma de semiluna.
Imagen 2: teste in vivo en el que no se aprecia ruptura alguna.
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